lunes, 1 de agosto de 2011

HACE TIEMPO

Hace tiempo que deje de sentirme pequeña, ahora no es que me sienta grande, solo me siento.

Me siento distinta, a veces descubro cosas que siempre estuvieron ahí y nunca dejé que afloraran, otras los  recuerdos del pasado me hacen viajar hacía lo que fui. La nostalgia me ahoga por unos instantes hasta que desde lo más hondo de mi ser vuestras voces me recuerdan que hoy puedo ser la mujer que siempre me dio miedo ser. Aquella que no quería mostrarse porque no tenia nada que ver con las mujeres que hacían de espejo en su vida.

Acabo de llegar a casa, y escuchando Moon River puedo evocar todos aquellos sueños que mi mente creaba para mi en aquellos años adolescentes donde la vida no se piensa, se vive donde el tiempo, infinito… hace que cada instante sea de una intensidad incalculable, donde el amor es efímero y eterno a la vez, donde el blanco y el negro son difusos entre ellos, la risa es loca, el viento siempre fresco y la amistad eterna.

Aquellos años donde lo único que importaba era ser feliz de forma inconsciente.

Gaya.

jueves, 30 de junio de 2011

En un país my lejano

En un país muy lejano, sus habitantes al levantarse el sol se vestían de color para darle la bienvenida, los niños andaban y andaban hacia las escuelas donde al llegar rezaban su oración.

Las abuelas salían  a segar los campos casi impensable para muchos de los que habitan mi país. y bastaba mirar sus rostros para saber que aquellas abuelas fueron niñas durante poco tiempo.

los ojos de los habitantes de aquel país tenían esa profundidad que solo la elevación del espíritu es capaz de aportar.

No importaba lo que tu mente era capaz de inventar y sentir, no tenía sentido la queja del que visitaba ese país, porque en ese país uno aprende que la vida es maravillosa por solo tener la posibilidad de vivirla.

Muchos me preguntan si pueden visitar este lejano país,  a lo que yo respondo que solo son necesario los ojos del alma  para poder ver la belleza de todo lo que allí acontece. Si el  hombre de este país se  cree grande por lo que es o posee, descubre pronto la pequeñez de sus creencias y si abre bien los ojos se impregnará de la magia de los habitantes de ese inmenso país.

Porque en ese País la vida es dolorosa pero ellos tienen la virtud de vestirla de colores alegres, de magia, de espiritualidad y de un amor que atraviesa tu ser.

Gaya.

sábado, 19 de febrero de 2011

y si fuera…

Y si fuera globo para  muy alto volar.

o si fuera espuma para sentir el blanco.

podría ser agua para mojar tu boca

¿O quizás un coral?

Y si fuera fuego  en las noches de frío

pero siendo viento para mecerme contigo

y si fuera niño para jugar entre tu enagua

para sentir tus senos cuando necesitara de alma.

Y si fuera solo alba para verte despertar,

o una pequeña ola para danzar y danzar.

Mejor seré un recuerdo para nunca olvidar

no, no, mejor aire para tu pecho llenar.

Olvídalo todo, volvamos a empezar.

Gaya.

sábado, 29 de enero de 2011

Me doy Permiso.

Por Joaquín Argente.

Me doy permiso para separarme de personas que me traten con brusquedad, presiones o violencia,
de las que me ignoran, me niegan un beso, un abrazo...
No acepto ni la brusquedad ni mucho menos la violencia aunque vengan de mis padres o de mi marido, o mujer.
Ni de mis hijos, ni de mi jefe, ni de nadie.
Las personas bruscas o violentas quedan ya, desde este mismo momento fuera de mi vida.
Soy un ser humano que trata con consideración y respeto a los demás. Merezco también consideración y respeto.
Me doy permiso para no obligarme a ser “el alma de la fiesta”, el que pone
el entusiasmo en las situaciones, ni ser la persona que pone el calor
humano en el hogar, la que está dispuesta al diálogo para resolver
conflictos cuando los demás ni siquiera lo intentan.
No he nacido para entretener y dar energía a los demás a costa de agotarme
yo: no he nacido para estimularles con tal de que continúen a mi lado.
Mi propia existencia, mi ser; ya es valioso.
Si quieren continuar a mi lado deben aprender a valorarme.
Mi presencia ya es suficiente: no he de agotarme haciendo más.
Me doy permiso para no tolerar exigencias desproporcionadas en el trabajo.
No voy a cargar con responsabilidades que corresponden a otros y que tienen tendencia a desentenderse.
Si las exigencias de mis superiores son desproporcionadas hablaré con ellos clara y serenamente.
Me doy permiso para no hundirme las espaldas con cargas ajenas
Me doy permiso para dejar que se desvanezcan los miedos que me infundieron
mis padres y las personas que me educaron. El mundo no es sólo
hostilidad, engaño o agresión: hay también mucha belleza y alegría
inexplorada.
Decido abandonar los miedos conocidos y me arriesgo a explorar las aventuras por conocer.
Más vale lo bueno que ya he ido conociendo y lo mejor que aún está por conocer. Voy a explorar sin angustia.
Me doy permiso para no agotarme intentando ser una persona excelente.
No soy perfecto, nadie es perfecto y la perfección es oprimente.
Me permito rechazar las ideas que me inculcaron en la infancia intentando
que me amoldara a los esquemas ajenos, intentando obligarme a ser
perfecto: un hombre sin fisuras, rígidamente irreprochable. Es decir:
inhumano.
Asumo plenamente mi derecho a defenderme, a rechazar la hostilidad ajena, a no ser tan correcto como quieren; y asumo mi
derecho a ponerles límites y barreras a algunas personas sin sentirme
culpable.
No he nacido para ser la víctima de nadie.
Me doy permiso para no estar esperando alabanzas, manifestaciones de ternura o la valoración de los otros.
Me permito no sufrir angustia esperando una llamada de teléfono, una palabra amable o un gesto de consideración.
Me afirmo como una persona no adicta a la angustia.
Soy yo quien me valoro, me acepto y me aprecio No espero a que vengan esas consideraciones desde el exterior.
Y no espero encerrado o recluido ni en casa, ni en un pequeño círculo de personas de las que depender.
Al contrario de lo que me enseñaron en la infancia, la vida es una experiencia de abundancia.
Empiezo por reconocer mis valores, Y el resto vendrá solo. No espero de fuera.
Me doy permiso para no estar al día en muchas cuestiones de la vida:
no necesito tanta información, tanto programa de ordenador, tanta película
de cine, tanto periódico, tanto libro, tantas músicas.
Decido no intentar absorber el exceso de información. Me permito no querer
saberlo todo. Me permito no aparentar que estoy al día en todo o en
casi todo.
Y me doy permiso para saborear las cosas de la vida que mi cuerpo y mi mente pueden asimilar con un ritmo tranquilo.
Decido profundizar en todo cuanto ya tengo y soy. Con lo que soy es más que suficiente. Y aún sobra.
Me doy permiso para ser inmune a los elogios o alabanzas desmesurados:
las personas que se exceden en consideración resultan abrumadoras. Y dan tanto porque quieren recibir mucho más a cambio.
Prefiero las relaciones menos densas.
Me permito un vivir con levedad, sin cargas ni demandas excesivas. No entro en su juego.
Me doy el permiso más importante de todos: el de ser auténtico.
No me impongo soportar situaciones y convenciones sociales que agotan, que
me disgustan o que no deseo. No me esfuerzo por complacer.
Si intentan presionarme para que haga lo que mi cuerpo y mi mente no
quieren hacer, me afirmo tranquila y firmemente diciendo que no. Es
sencillo y liberador acostumbrarse a decir “no”.
Me doy el permiso más importante de todos: el de ser auténtico. No me impongo
soportar situaciones y convenciones sociales que agotan, que me
disgustan o que no deseo. No me esfuerzo por complacer.
Elijo lo que me da salud y vitalidad.
Me hago más fuerte y más sereno cuando mis decisiones las expreso como
forma de decir lo que yo quiero o no quiero, y no como forma de
despreciar las elecciones de otros.
No me justificaré: si estoy alegre, lo estoy; si estoy menos alegre, lo estoy; si un día señalado
del calendario es socialmente obligatorio sentirse feliz, yo estaré
como estaré.
Me permito estar tal como me sienta bien conmigo mismo y no como me ordenan las costumbres y los que me rodean: lo
“normal” y lo “anormal” en mis estados emocionales lo establezco yo.

AUTOR: Joaquin Argente

domingo, 9 de enero de 2011

Hoy

Sentada en una habitación compartida miro por la ventana y pienso en todos aquellos momentos que hasta hoy he vivido.

Fueron muchas las sorpresas y las alegrías que la vida me ha brindado y muchos los pesares y las lágrimas derramadas, pero hoy con 36 años cumplidos donde las caídas han sido duras pero donde el retomar del vuelo fue digno de ser recordado por lo valiente de mi persona.

Hoy me siento plena para amar y ser amada, para sentir y ser sentida, para escuchar y ser escuchada, para volar sola o con vosotros. Hoy me siento preparada para dar paso a la vida a través de mis entrañas para comprometerme e implicarme en un sueño soñado, para llorar junto aquel que aún no haya llorado: las noches de soledad, las horas inciertas, los amores desgarrados, las sonrisas más alegres de aquellos que no tienen nada, el nacimiento de un nieto o la muerte de un amigo.

Hoy puedo bailar el baile más agarradito o el rap más loco. Puedo amar solo lo transparente y lo limpio. Solo comparto mis horas con aquellos que lo necesitan o que están convencidos de que la vida es un viaje a través del tiempo donde el fin consiste en aprender las múltiples formas de amar.

Hoy estoy convencida de que sólo el amor cura nuestras heridas y es el alma de nuestra vida.

Hoy sentada frente a la ventana me siento agradecida por todos los regalos de la vida.

Gaya