martes, 28 de diciembre de 2010

En los momentos más bajos

 

Mi relación estaba al borde de la muerte pero yo no quería afrontar el dolor, por eso me entretenía en hacer diferentes cosas.

Llevábamos ya algún tiempo que no nos tocábamos, no hablábamos y la mayoría de nuestros encuentros de fin de semana se limitaban a un:

- ¿Qué tal como estas?

- yo bien, y tú,¿Qué tal la semana?

- bien, un poco cansada de levantarme tan temprano.

Esa era la realidad de dos años de pasión desaforada, de momentos de locuras desenfrenadas, de proyectos imaginados y en marcha.

En ese tiempo de no querer ver sabiendo que es, apareció él, se me tambalearon todos los pilares, no podía creer que aquello me estuviera pasando.

Nos encontramos en una de esas salidas que hacen las empresas bajo el lema de actividades socioculturales, cuando lo v, bastaron solo unas décimas de segundo para saber que no había vuelta atrás.

Uno en frente del otro, en aquel vehículo nuestros ojos se encontraron, todos eufóricos hablaban y hablaban, nosotros, nosotros nos mirábamos fijamente en silencio.

La mañana transcurrió a penas sin vernos hasta que coincidimos en el autobús, allí comencé a sentirme ya diferente, empezaron a brotar todas mis artes femeninas, que no escaparon a sus atenciones, recuerdo que por un momento no quería que llegáramos nunca.

Lo deje marchar, pensando que solo había sido un flirteo  más de esos que me encantan pues hacen despertar mi feminidad dormida.

Que ingenua, a la mañana siguiente a primera hora, un correo en mi ordenador, me daba los buenos días de una forma muy especial. A esos primeros correos le sucedieron muchos otros, cartas románticas en algunos casos y subidas de tono en otros que a veces hacían que la lívido fuera algo imposible de frenar.

Al cabo de dos semanas quedamos,

nuestra primera cita fue en la playa,

una tarde de noviembre ,

el sol aún calentaba un poco, a pesar de estar bien entrado el otoño. Estuvimos andando un largo rato, hablando y dejándonos abrazar por nuestras sonrisas y los cortos momentos hasta ahora vividos.

Nos detuvimos y me abrazó, hacía tanto tiempo que lo nuestro yacía muerto que aquel abrazo y aquellos besos me hicieron sentir que aún estaba viva, me deje llevar por aquel soplo de brisa fresca.

Estaba decidido no podía negar lo que estaba ocurriendo.

Lo nuestro había llegado a su fin.

Fueron solo varias semanas de pasión y amor desenfrenado, cada poro de mi piel despertó a la vida con sus caricias, mi boca se convirtió en un manantial de agua que fluía, mi piel fue adquiriendo un tono rosado y mi figura se torno como la de una joven adolescente que reclama a su macho en época de celo.

No había un minuto del día que no deseara que sus manos se posaran sobre mi, no había un solo pensamiento que no fuera para él, de repente había perdido mi centro, la cordura y hasta el  conocimiento.

Hoy en los momentos más bajo, recuerdo aquel torbellino de sensaciones, y es entonces cuando sueño, cuando suspiro, cuando me estremezco y espero mirando al infinito que la vida me regale otro encuentro.

Gaya

Bebe "Revolvió"