martes, 29 de junio de 2010

La despedida

Hoy, viniste a mi encuentro, quizás porque los recuerdos aun estaban presentes,

o tal vez porque querías saber que seguías sintiendo.

Entre nosotros las diferencias no existen cuando estamos cerca, aunque la realidad del día a día sea otra.

Volviste a rozar mis manos, dijíste las palabras exactas,

y de nuevo la ternura volvió a encontrarme desprovista de mis escudos.


Nos faltaba la despedida dijíste,
es mejor así, más allá podríamos enredarnos, querer sin más quedarnos, entrar en esos mundos donde las emociones hacen y deshacen, donde la razón no participa y donde el corazón si es puro no puede mirar hacia otra parte.

Hoy nos despedimos...

Gaya




Tema principal de la película "El amor en los tiempos del cólera".

miércoles, 23 de junio de 2010

El Encuentro


El camino, los olores, los sonidos.
Después de tanto tiempo volvía a sentirme viva.
Me abandoné...

Su boca en mi boca intercambiaron fluidos
sus manos empezaron a descansar en mi cintura
dibujando su contorno.

La noche, el camino, la ligereza de mi equipaje
no era posible llegar más allá,
eso hacía que el momento fuera aún más intenso.

Sólo disponiamos de ese encuentro.

Su sexo se posó en mi pubis,por encima de la ropa.
Sentía su humedad,dirigió su dedo indice hasta el,
con la mayor dulzura que la ocasión podía ofrecernos.
Fue el culmen.

Su boca agarró con impetud mis labios,
a la vez que una de sus manos sujetaba mi cuerpo
totalmente entregado.

Sin palabras,al ritmo de nuestra respiración y jadeos
pasó el momento.

Hoy sólo me queda el recuerdo del camino.

Gaya.

miércoles, 9 de junio de 2010

El Camino Inglés

Camiño de Santiago

Había escuchado diversas experiencias de peregrinos que hicieron el camino, todas el camino Francés.


Comenzé mi primera toma de contacto con el camino Francés. Neda-Betanzos aproximadamente 37 kilometros y empezó: La magía, la realidad, la ilusión, el cansancio, la perseverancia, la sensación , el recuerdo, el encuentro, la adversidad y un sinfín de acontecimientos inesperados que van enriqueciendo y sorprendiendote a lo largo del camino.

Salimos en grupo, desde Neda sobre las 08:30, decidí quedarme a la cola. Quería hacer mi camino sola y deleirtarme con una de mis pasiones la fotografía.


Aún no había avanzado ni siquiera 1000 metros y aparecieron ellos, dos ancianos (los soles), sus caras reflejaban esa felicidad elaborada a base de cariño y pequeños detalles.


Fue tan solo un buenos días, un desearme buen camino,


Un beso y un hasta luego pero inolvidable.


Gaya

No me arrepiento de nada





No me arrepiento de nada
Desde la mujer que soy,
a veces me da por contemplar
aquellas que pude haber sido;
las mujeres primorosas,
hacendosas, buenas esposas,
dechado de virtudes,
que deseara mi madre.
No sé por qué
la vida entera he pasado
rebelándome contra ellas.
Odio sus amenazas en mi cuerpo.
La culpa que sus vidas impecables,
por extraño maleficio,
me inspiran.
Reniego de sus buenos oficios;
de los llantos a escondidas del esposo,
del pudor de su desnudez
bajo la planchada y almidonada ropa interior.

Estas mujeres, sin embargo,
me miran desde el interior de los espejos,
levantan su dedo acusador
y, a veces, cedo a sus miradas de reproche
y quiero ganarme la aceptación universal,
ser la "niña buena", la "mujer decente"
la Gioconda irreprochable.
Sacarme diez en conducta
con el partido, el estado, las amistades,
mi familia, mis hijos y todos los demás seres
que abundantes pueblan este mundo nuestro.

En esta contradicción inevitable
entre lo que debió haber sido y lo que es,
he librado numerosas batallas mortales,
batallas a mordiscos de ellas contra mí
-ellas habitando en mí queriendo ser yo misma-
transgrediendo maternos mandamientos,
desgarro adolorida y a trompicones
a las mujeres internas
que, desde la infancia, me retuercen los ojos
porque no quepo en el molde perfecto de sus sueños,
porque me atrevo a ser esta loca, falible, tierna y vulnerable,
que se enamora como alma en pena
de causas justas, hombres hermosos,
y palabras juguetonas.
Porque, de adulta, me atreví a vivir la niñez vedada,
e hice el amor sobre escritorios
-en horas de oficina-
y rompí lazos inviolables
y me atreví a gozar
el cuerpo sano y sinuoso
con que los genes de todos mis ancestros
me dotaron.

No culpo a nadie. Más bien les agradezco los dones.
No me arrepiento de nada, como dijo la Edith Piaf.
Pero en los pozos oscuros en que me hundo,
cuando, en las mañanas, no más abrir los ojos,
siento las lágrimas pujando;
veo a esas otras mujeres esperando en el vestíbulo,
blandiendo condenas contra mi felicidad.
Impertérritas niñas buenas me circundan
y danzan sus canciones infantiles contra mí
contra esta mujer
hecha y derecha,
plena.

Esta mujer de pechos en pecho
y caderas anchas
que, por mi madre y contra ella,
me gusta ser.

-Poema y Fotografía de Gioconda Belli -